Características de los zapatos de piel auténtica
A la hora de elegir unos zapatos, hay muchos aspectos que pueden decantar la balanza hacia uno u otro. Una de las características que podemos valorar del calzado es si está elaborado en piel genuina o si por el contrario está hecho de piel sintética. Si te cuesta diferenciarlos, presta atención, porque te damos algunas claves para que reconozcas sin problemas una piel auténtica de otra que no lo es.
Claves para diferenciar la piel auténtica de la sintética
La textura: una de las diferencias principales es el hecho de que la piel original tiene textura, se puede ver los poros de la superficie y no es del todo suave, mientras que la piel sintética no es así. Pero también debes tener en cuenta que cuando algunas pieles son tratadas, como por ejemplo el charol, consiguen una apariencia distinta, con un acabado liso y brillante que puede dar lugar a confusión.
La suavidad: cuando estamos delante de un zapato de piel original y lo tocamos, notaremos su flexibilidad y cierta textura, porque la piel genuina tiene una gran elasticidad y se adapta con facilidad al pie. Por su parte, los materiales sintéticos son más rígidos y tienen un aspecto plastificado, por lo que se adaptan menos al pie.
El olor: como habrás notado, la piel tiene un olor característico, muy genuino, así que si percibes un olor a productos químicos, entonces estarás ante un material sintético.
La comodidad: los zapatos sintéticos no son elásticos, por lo que resultan menos cómodos y duraderos. Y es que, el material sintético no se adapta al pie, y provoca mayor sudoración. Por ello, con este tipo de calzado es más frecuente sufrir riesgo de bacterias, hongos e irritaciones.
El precio: como es lógico, el precio también marca una gran diferencia entre un zapato de piel auténtica y otro que no lo es, ya que el material sintético es mucho más asequible.
La durabilidad: y por último, destacamos la duración del zapato, que es mucho más resistente y duradero y si además lo cuidamos con un poco de grasa, ayudaremos a que estén como el primer día.